AUGUSTA EMÉRITA

18.08.2020

Mérida es una visita obligatoria para todos los amantes del imperio romano, de su historia, arte, arquitectura... Y es posible que sea la ciudad española con mas vestigios descubiertos y conservados, y lo que aún queda por descubrir.

La historia de Augusta Emérita se remonta al siglo 25 A.C, cuando el emperador Augusto decidió crear un asentamiento en Hispania, que sirviera para el reposo de los veteranos de las legiones V y X, que habían luchado en las guerra astures y cántabras. La ciudad poco a poco fue creciendo, convirtiéndose en la capital de la provincia romana de Lusitania y en algún momento también de toda Hispania. Por Augusta Emérita han pasado los visigodos tras la conquista de Alano Atax, los musulmanes hasta el comienzo de la reconquista en el año 1230, e incluso los franceses que en el año 1810 convirtieron Mérida en la capital de la provincia del Guadiana, hasta nuestros días en los que Mérida es la capital de la comunidad autónoma de Extremadura.

Es un pequeño resumen de la historia de Mérida, que ha de servir como introducción para poner en contexto todos los vestigios que nos podemos encontrar en nuestra visita y las sensaciones al contemplar una vez más, la magnificencia de una cultura romana, que aún hoy en día nos sigue intrigando y de la que queda mucho que descubrir.

Comenzamos nuestra visita por el majestuoso Puente Romano sobre el rio Guadiana, fue una de las primeras construcciones y servía como entrada a la ciudad, impresionante por su longitud. Al final del puente nos encontramos con la Alcazaba, recinto amurallado construido por los musulmanes para la defensa de la ciudad. En su interior nos podemos encontrar un conglomerado fantástico de ruinas de las diferentes civilizaciones que pasaron por la ciudad: casas romanas, aljibes visigodos, un trozo de calzada romana que cruzaba la ciudad e incluso construcciones cristianas.

Paseando por la orilla del rio Guadiana, podemos pasear hasta el contemporáneo puente de Lusitania, y encontrarnos con el impresionante conjunto arqueológico de las Morerías, el cual no pudimos visitar por encontrarse cerrado. Sobre este conjunto que contiene restos de diversas culturas, está construido el Ayuntamiento y diversas consejerías autonómicas. Algo que no acabé de entender.

Siguiendo con el recorrido de este primer día, caminamos hasta el impresionante Acueducto de los Milagros, sus restos están ubicados en un inmenso parque junto al rio Albarregas. En este mismo parque, podemos contemplar otro puente romano que salva el rio. El acueducto de los Milagros es uno de los dos acueductos que surtían de agua la ciudad, trayendo el agua desde el embalse de Proserpina, otra obra inigualable de la ingeniería romana. El Acueducto tenía nueve kilómetros de longitud y veinticinco de alto, del cual se conservan aún 800 metros.

No demasiado lejos, se encuentra la Cripta de Santa Eulalia, donde se supone que está situada la casa de la mártir, y en la que podemos observar la construcción de diversas casas romanas, de diferentes épocas y superpuestas. Sobre estos restos está construida la basílica de la santa, conseguimos visitarla, aunque no es fácil, ya que se encuentra cerrada la mayor parte del tiempo.

Caminando hacia el Circo Romano, pasamos por el Xenodoquio, restos de un hospital construido por los visigodos para enfermos de tuberculosis. Llegamos a una de las construcciones mas importantes de Mérida y toda ciudad romana que se precie, el circo. Uno de los lugares de diversión preferida de los romanos, y en donde se desarrollan las carreras de cuadrigas. Allí pudimos conocer como era la vida de un auriga y sorprendernos con la excelente conservación del circo (superior a la del Circo Máximo de Roma, incluso) e imaginarnos en sus pistas como seria una carrera de cuadrigas.

Seguimos la visita, con el que sin duda es el símbolo de Mérida, su teatro. Los romanos no eran especialmente aficionados al teatro, ya que preferían otro tipo de espectáculos, aún así nos encontramos con un majestuoso teatro con capacidad para 6000 personas, construido en la ladera de una colina y así aprovechar su pendiente. Impresiona su escenario y su buena conservación, aunque es difícil para el visitante, distinguir entre los restos originales y las restauraciones hechas para su uso en la actualidad. Aún así el Teatro Romano de Mérida, es sin duda el monumento romano mejor conservado y mas impresionante de los que pudiera haber en la península ibérica, es decir Hispania. Pasear por sus gradas, pasillos y túneles, es retrotraerse a una época con la que todos hemos soñado. No tardaremos en volver para disfrutar del teatro en todo su esplendor.

Justo al lado del teatro, vemos el anfiteatro, inaugurado unos años después. Con capacidad para 15.000 personas, era el lugar donde los habitantes de Augusta Emérita podían disfrutar de las batallas de los gladiadores y la lucha contra las fieras. Paseamos por su arena y aún podemos ver gran parte de las gradas, la fosa donde se guardaban las fieras y los habitáculos donde descansaban los gladiadores, no resistiéndonos a entrar en uno de esos habitáculos.

Detrás del escenario del Teatro, se abre un gran espacio dedicado al descanso de los espectadores, un espacio majestuoso en el que nos podemos imaginar su grandeza de antaño gracias a los innumerables vestigios conservados.

Augusta Emérita, como las grandes ciudades romanas contó no con un foro, sino con dos, el foro municipal y el foro provincial, los cuales eran el centro de la vida de la ciudad. Como vestigios de ambos foros, solo tenemos que pasar por el centro de Mérida para disfrutar de el Arco de Trajano, un espectacular arco que servía de entrada. El Templo de Diana, sin duda el más espectacular edificio conservado, centro del foro Municipal. Su buena conservación se debió a que su estructura fue aprovechada para la construcción en el siglo XVI del palacio del Conde de Corbos.

Unos pocos metros mas allá nos encontramos con los restos del Pórtico del Foro, datado en el siglo I, y que es una copia del Foro de Augusto en Roma, columnas revestidas de mármol, frente a un muro con hornacinas y estatuas conmemorativas.

El subsuelo de Mérida es hervidero de vestigios y ruinas, muchas de ellas seguramente por descubrir bajo los edificios actuales. Y en un tranquilo paseo nos podemos encontrar restos de alguna casa, termas, calzadas....

Regresamos a la ribera del Guadiana, para visitar la Casa de Mitreo, un conjunto arqueológico que nos muestra la casa de un noble adinerado de la ciudad, construida con todo lujo de comodidades, habitaciones de verano e invierno, bellos patios para el descanso, canalizaciones, baños, aljibes, que nos da una idea casi exacta de la forma de vida de un noble de la época. Quizás lo más emotivo de la visita fue ver en vivo el trabajo de los arqueólogos.

Sin salir del recinto de la casa, en un pequeño paseo entre cipreses, llegamos a la zona de Columbarios. Un lugar dedicado al enterramiento de los romanos, en el que se pueden ver multitud de lápidas, fosas y mausoleos, una buena forma de aprender in situ, de la forma en la que los romanos celebraban sus funerales y enterraban a sus difuntos.

El último día estuvo dedicado a las visitas quizás mas esperadas. La primera de ellas al majestuoso Museo Nacional de Arte Romano. Tras un breve encuentro con los conservadores del museo y hacerles entrega de un ejemplar de Apolo No existe, comenzamos un recorrido fascinante y cómodo, por la historia de Augusta Emérita a través de los miles de restos que podemos contemplar en sus tres pisos, perfectamente explicado y ambientado en un edificio inaugurado en 1986 y proyectado por Rafael Moneo, visiblemente inspirado en la arquitectura romana. El museo cuenta también con un sótano (cripta), realmente impresionante, en el que podemos observar, además de un tramo de la calzada romana, numerosos vestigios de casas, enterramientos y lugares de culto, en su emplazamiento original.

Y como colofón casi perfecto a la visita, volvemos al Teatro, pero en esta ocasión para disfrutar del Festival de Teatro Clásico de Mérida. Sentados, mientras esperamos el comienzo de la representación, volvemos a disfrutar del impresionante escenario, ahora en todo su esplendor y para lo que fue diseñado. Sus columnas, estatuas, sus tres puertas de entrada. Las luces de la cávea se apagan y los actores son los protagonistas, en un escenario incomparable, se representa Cayo Cesar, una nueva visión de la vida pública de Calígula, su gobierno demencial y su crueldad sin límites. No podía haber terminado de mejor forma este nuevo regreso al pasado, esta vez en Mérida, la cuna de la romanización en Hispania. 

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