TRAS LAS HUELLAS DE HELIOGÁBALO - PARTE 3 DE 6
Caminar por Roma, es como visitar un macro museo al aire libre, cada calle, cada rincón esconde una sorpresa y te hace sentir la grandiosidad que pudo tener esta ciudad milenaria, mucho mas cuando sabes que aún queda mucho que descubrir bajo el subsuelo de la ciudad.
Yo siempre he preferido las visitas culturales a los lugares que formaron parte de la historia, a la frialdad de un museo. Y Roma lógicamente tiene muchos y muy interesantes. En esta primera visita no podría visitarlos todos, lógicamente, así que elegimos el Museo Capitolino para una de esas visitas. Su enorme colección de esculturas romanas, y por supuesto la "supuesta presencia del busto de Heliogábalo en su interior, también influyó bastante en la elección.
A pesar de que previamente había descubierto que dicho busto había sido trasladado al Coliseo, mantuvimos nuestros planes. Y a pesar de esto, la visita no nos decepcionó en absoluto. Los pasillos del Museo Capitolino, dividido en dos palacios gemelos, están repletos de la historia de Roma y sus protagonistas.
La impresionante estatua ecuestre de Marco Aurelio, la inmensa estatua de Morforio y los fragmentos de la colosal figura de Constantino, nos dan la bienvenida a cientos de estancias que evocan un pasado glorioso. Y por supuesto la joya de la corona, la celebre y conocida "lupa capitolina", esculpida en bronce que representa el origen de Roma y que representa a Rómulo y Remo amamantados por una loba.
Por supuesto, no pude mantenerme ajeno a las variadas representaciones del Dios "Apolo. Pero lo mas impresionante de la visita, sin duda fue el paseo por los sótanos del museo, casi sin darte cuenta, te encuentras asomado a un balcón que ofrece una visitas inigualables al Foro Romano y el Monte Palatino.
Es inevitable imaginarse por unos momentos emperador de Roma, y sentir la sensación de contemplar Roma desde las alturas, sentirse Nerón con su lira, viendo como la ciudad arde en llamas. Podríamos imaginarnos a Heliogábalo contemplando Roma desde las alturas, observando el imperio que creía gobernar, sin saber que en realidad aquel imperio estaba gobernado por Julia Mesa.
Desde aquella posición privilegiada, se podían imaginar con toda la perfección las calles por las que Heliogábalo posiblemente hizo su entrada triunfal en Roma, montado en su carro portando el gran monolito de El-Gabal, el camino que habría de recorrer desde su palacio hasta el senado, un plano vivo de todos los lugares que seguramente recorrió, la historia de nuevo nos habla, solo hemos de poner nuestra imaginación a trabajar.